Yo, 23

febrero 15, 2005

Summer story

Termina de ver lo del concurso y sonríe para sí mismo. “Una historia veraniega, vaya, ojalá alguien pueda escribirla” piensa, mientras abre el Trillian “Porque lo que es yo, ni siquiera voy a la playa”. “Nadie interesante en línea. Los mismos aburridos y las mismas creídas de siempre, que encima se ponen “no disponible” al ratito que me conecto, o simplemente me tienen bloqueado en forma permanente. Pero eso no es importante, mis amigos de verdad me buscan apenas ingresan a la red, y con ellos sí es chévere conversar y joder un rato. Bueno, a leer blogs pues, a veces hay cosas interesantes, básicamente de las mismas personas siempre, aunque de vez en cuando surge alguien nuevo que vale la pena leer. A ver, Blogsperú, empiezo por los seleccionados, no hay seleccionados nuevos, chesss. Estos patas son medios rayados, ¿Quién chucha será el que elige los posts para esta sección? A veces la aciertan, como cuando eligieron el primero de Apsi, buenazo, medio pendejo es cierto, pero igual valía, luego le ha entrado a la onda de la depresión, la incomprensión y la erotización, y como que no convence tanto, (la verdad, a mi me aburre), pero por ahí se descuelga con algo interesante de vez en cuando, así que siempre hay que leerla. Hoy ha escrito algo sobre sexo, ¿La gente no puede limitarse a tirar y ya? Tener que leer sus complejos y frustraciones es casi aberrante, sobre todo cuando uno no tiene vocación de psicólogo o siquiatra en algunos casos. Bueno, a ver que otro. Ése nuevo de la tortuga no está tan mal, cómo que no termina de definirse, pero tiene algo que atrae, y no es su lado cachoso precisamente, ni menos su vertiente "Ay fo", pero le tengo que seguir. El de Sludgeman estaría excelente si no fuera porque el patín es un rabioso de mierda, cree que la gente tiene que comportarse como a él le parece, ¿Será él el dictador del que murmuran a veces en la lista?, no ése es un tío creo. Lo bueno es que últimamente se ha auto moderado un poco, lo malo es que su auto moderación hace que ahora escriba menos, del balance saldrá algo mejor, no lo dudo. Sigamos, Rosie, claro ¡¡¡, nada. Algo sobre las canciones que le gustan. Me cago, si quiero música me la bajo o la escucho de otro lado, no de un blog. A pesar de eso escribe bien cuando quiere y cuando no se deja llevar por su atolondramiento o vehemencia que casi parece natural en ella. ¿O será cuando se zampa su vinoco? ¿Quién sabe? Para mi que la tía es media malogri, me la imagino vestida bien al cuero y con cadenas, una dominatrix, ja, esta bien para alucinar un rato, pero paso de eso. En fin, parece que hoy con los blogs peruanos nada que ver. Hagamos un último intento. F5. A pique alguien actualizó este rato. Cyan, ta mare, paso. Que le den por el culo de una buena vez y a ver si así se deja de escribir huevadas. No escribe tan mal, pero sus temas no me llaman la atención para nada. Murcielagato, ése es bueno, sus historias son alucinantes, él, junto con el patín nuevo de Desvarianzas y el que ya no escribe Arturo, que era capaz de hablar de cualquier cosa (¿Sería aprista?, no se donde leí que a los apristas de chicos nomás los entrenan para hablar de cualquier cosa, como de un palo de fósforos por ejemplo), bueno, ellos tres forman un buen trío, como para ponerlos a competir contra Apsi, Rosie y claro, Vesania; ella es lo máximo también, a veces la estoy leyendo y me he creido todo cuando de pronto sale con algo que me descomputa por completo, es un raye. Pero la muy cabrona ha dejado de escribir también, ni modo. Veamos en el extranjero, Casciari, ése tipo es un capo, por mi madre que sí, qué no daría por poder postear como él. Y los de la comunidad de Blogalia también son buenazos, como para pasarse horas leyendo sin pierde. Puta que ya me da sueño, que vaina. Una coca heladita quizás me despierte. A ver. PJorge ha hecho un podcasting, creo que le voy a escuchar un rato y así me dejo de estar navegando como un huevón. A ver, conecto esta huevada, entro al agregador, bajo esto, espero, ya, me pongo los auriculares y veamos, bueno, oigamos, cierro los ojos, ja, esa voz, hombre, joder, ja ….”

Estaba parado frente a la ventana contemplando la ciudad, la vista era magnifica. Los edificios enormes y modernos. En la ventana de la otra pared, o mejor dicho, en la otra pared, por que las ventanas eran de pared a pared; el otro lado de la ciudad, mas antiguo y diluyéndose entre las verdes montañas. Hacía calor, se estaba aflojando un poco el nudo de la corbata cuando se abrió la puerta de la oficina y entró, supuso él, una secretaria. Habló en chino, pero no era problema porque lo entendía ¿Cuándo puta aprendí chino? Pensó mientras la seguía por los pasillos. La chinita era media plana como casi todas, pero ésta por lo menos movía muy bien lo que tenía. Iba a hacerle conversación cuando ella abrió una puerta, lo hizo pasar, le dijo que espere, se adelantó a hablar con alguien que estaba de espaldas en un sillón de respaldar alto y luego l o hizo sentar junto al enorme escritorio. Ni alcanzó a darle las gracias por que en ese momento su anfitrión daba la vuelta al sillón y le miraba mientras cerraba su celular y lo ponía sobre el escritorio. Se levantó y le tendió la mano “Sr. Chang, buenos días. Espero que haya tenido un viaje agradable”. Él se paró también mientras murmuraba algo, tomaba la mano que le ofrecían y la sacudía débilmente. Esperaba un saludo más tradicional y no pudo evitar inclinar ligeramente la cabeza. Pero no era eso lo que más lo había desconcertado, si no el hecho que su anfitrión era anfitriona y bellísima. Ella pareció darse cuenta de eso y mientras tomaba asiento le ofreció un trago. El aceptó y ella pulsó un botón, casi al instante apareció por una puerta lateral otra chinita con vasos y hielo, le preguntó que gustaba servirse, con el calor que sentía sólo quería una Pilsen heladita, pero pidió un Vodka. Le sirvieron y de inmediato estaba de nuevo a solas con su anfitriona. Era imposible apartar la mirada de su rostro, cabellos negros, tez de porcelana, es decir de un blanco casi transparente. Increíblemente sus ojos eran verdes aunque él no dudó en que eran lentes de contacto. Para no pecar de imprudente bajó la vista al escritorio, sólo para encontrarse con un par de piernas que prometían demasiado a través del vidrio. Ya nervioso y más acalorado, apuró su bebida y trató de atender a lo que le decían. “ … Como ve Sr. Chang, las probabilidades de negocios exitosos entre nuestras representadas con excelentes, pero eso Usted ya lo debe saber, si no, no se hubiera tomado la molestia de volar hasta nuestras oficinas”, “Así es, señorita…”, “Wei Hui, por favor”, “Sí, mire, traigo propuestas en firme y es cuestión que ustedes las evalúen. En todo caso, estoy autorizado para negociar con ustedes los detalles, pero eso sí, queremos decisiones rápidas pues de eso depende el éxito de nuestras operaciones en mi país”. Mientras decía esto de su maletín extrajo tres sobres lacrados y los depositó delante de su interlocutora. “Sr. Chang, mis asistentes evaluarán de inmediato sus ofertas. Mientras tanto me agradaría que Usted estuviera más a gusto, lo noto un poco incómodo”, “Bueno señorita, no imaginé que hiciera tanto calor acá”. En ese caso sígame por favor”. Wei Hui se paró y se dirigió a otra puerta, la abrió y daba a otra puerta, pero de un ascensor, lo llamó y a los pocos segundos se abrió y entraron. No supo si subían o bajaban. La cercanía de ella le permitía apreciar que olía deliciosamente bien, y que, por otra parte, apenas si le llegaba al hombro, y con tacos. Estaba ya imaginándose algo cuando la puerta del ascensor se abrió y quedó deslumbrado por el sol, salieron a la playa. Wei Hui le guió por un corto sendero sombreado por palmeras rumbo a un bar con aspecto rústico, casi a orillas del mar. Mientras la seguía entrevió unas formas deliciosas a través de la tela semi transparente del pareo bajo el cual llevaba sólo un breve bikini. Una fuerte erección empezó a dominarlo e inconscientemente se miró abajo, pero la truza interna de su ropa de baño le salvaba del roche. Finalmente llegaron y se sentaron. En la mesita ya había una jarra con hielo y una botella al medio. Ante la inacción de él, ella hizo ademán de servir, pero el reaccionó rápido y sirvió el trago con abundante hielo. Ella le sonrió. “Esta es la playa privada de la empresa, mientras estemos acá nadie nos molestará”. El aún se sentía nervioso, se sirvió más trago. “Hay un asunto que le preocupa a los accionistas de mi empresa” le dijo, “Y es el hecho de que no queremos tratos con empresas que estén relacionadas con Dragón Rojo, ¿Cómo pueden ustedes asegurarnos esto?”. Ella volvió a sonreír. “Fácil” dijo, “Todos los que son de Dragón Rojo llevan su tatuaje en alguna parte del cuerpo” se paró y se soltó el pareo, “Como verá, yo no tengo ningún tatuaje”. Él pasó saliva. De pronto toda la sed del mundo estaba en su garganta y ella tenía el poder de calmar esa sed. Dudó y se mandó. “Pero… hay partes que no veo”, Ella lo miró, “Nosotros también queremos estar seguros de lo mismo” y alargó sus manos para sacarle el polo. Él se dejó. La sintió cerca, muy cerca. Paradójicamente estar sin ropa daba más calor. Ella retrocedió un par de pasos, se bajó las tiras del brassiere, se volteó y le dijo con coquetería “¿Sería tan amable?”. Él abrió los broches y dejó caer la prenda, ella nuevamente volteó, esta vez muy despacio, las manos de él no se apartaban de su cuerpo, ella se alzó sobre las puntas de sus pies, su beso fue tan fresco como…

“Maldición”, se paró de golpe. De alguna manera había derramado el vaso con Coca Cola sobre si mismo mientras dormía. Quizás había soñado que peleaba pero ya no se acordaba. Al día siguiente en la oficina, Erica se acercó a conversar con él. “Carlitos, hemos planeado hacer un paseo a la playa mañana, a Cerro Azul, ¿Te apuntas? Di que sí”. Él se excusó lo mejor que pudo. Mientras lo hacía, brevemente la miró. Su rostro, por alguna inexplicable razón, le resultó familiar, y más atractivo de lo que siempre era. Por lo mismo fuera de su alcance. Una extraña desazón se apoderó de él. Una sensación de pérdida, pero ¿Cómo podía sentir eso si ellos nunca…?. Mientras Erica se iba, no pudo evitar echarle una miradita, sí que estaba buena la chata. De repente no era tan mala idea ir a la playa, pero ¿Y la chamba? ¿Y el blog? Mañana había pensado terminar lo de la conversión de los menús del sistema para los franceses. Y aprovechando la tranquilidad de un sábado en la oficina, también hacer lo del rediseño de su blog y otras cosas. A la mierda. “Erica…”, ella acudió al toque, “Dime Carlitos”, “Y tu… ¿vas a ir con tu enamorado?”, “Ajá, seguro, no ves que hago así con los dedos y ya tengo uno”. Entonces era cierto, estaba sola. Pero el saberlo no le hizo muy felíz. ¿Y si no tenía gil por ser muy, que se yo, renegona, exigente, celosa o algo peor? ¿Sería machona?, no parecía. Bueno, sólo había una forma de saberlo. “Ya pues, apúntame pal paseo… y como tu pareja también”, ambos rieron. En la tarde a la hora de salida, Erica pasó diciéndole que no se olvidara de llevar su ropa de baño o lo harían meterse al agua en calzoncillos. Con lo cual Carlos tuvo que apurarse con la chamba e ir a comprarse la dichosa prenda que no tenía. No iba a la playa desde que terminó colegio, y sabe Dios si aún existirían sus truzas de ésa época, o si le quedarían. En su casa ya de noche se sintió tan ansioso que no entendía lo que leía en internet, los mails, el chat, los blogs, de pronto todo le resultó muy aburrido. Agarró un libro pero fue peor, puso un disco y no le gustó. Finalmente se puso a escuchar radio y se quedó dormido oyendo salsa romántica, quien lo hubiera dicho.

La combi contratada los recogió a las 9am de la oficina. No eran muchos, cinco parejas, incluyéndoles a ellos, que no eran pareja, pero en fin. Todo el trayecto conversaron largo y tendido, lo cual fue extraño e interesante a la vez. Tiempo que no conversaba tanto con alguien, y menos con una mujer. Cuando ya estaban por llegar le pareció que la conocía de toda la vida. Una vez en la playa todo fue vacilón, salvo el momento que Erica perdió pie y la ola le tumbó. Pero Carlos le cogió y le ayudó a pararse de inmediato. En ese instante, por uno o dos segundos sus rostros estuvieron tan cerca que pudo haberla besado sin ningún esfuerzo, ella le miraba diferente, había un algo extraño en sus ojos, pero la gente de la oficina empezó a echarles agua y a meter vicio. Él la soltó y ella salió del agua exprimiéndose el cabello. Cuando el hambre se hizo presente fueron a comer un cebiche, y las chelas no tardaron en aparecer. A las tres horas la sobremesa seguía y hubiera seguido de lo entretenida que estaba si no fuera por que alguien propuso ir a pasear, lo cual fue rápidamente aceptado por todos y pronto estaban paseando por las pocas y solitarias calles del pueblito. Carlos miró a su alrededor y vio que todas las parejas estaban más o menos cariñosas. Hasta Erica le había cogido del brazo. Alguien dijo “A las 5.30 nos recoge la combi donde nos dejó. Sale a esa hora sí o sí”. Faltaba poco más de una hora. Carlos iba a decir algo cuando se dio cuenta que estaban solos, todos habían tomado su propio camino y no se veía a nadie. Que rápidos. ¿Podría hacer él eso?, ¿Atracaría?, no, quizás sí, pero no, no sería adecuado, no tal como se habían dado las cosas, pero sobre todo, él no lo quería así. Y supuso que ella tampoco. “Erica…” dijo deteniéndose. “¿Si?” respondió ella deteniéndose también y volteando para mirarle. “Me gustas”, pero no hubiera sido necesario decirlo, ella ya se paraba de puntillas para callarlo con un beso.

La hora que faltaba para las 5.30 la pasaron besándose y murmurándose cosas al oído. En el viaje de retorno ella se durmió en su hombro y luego en su regazo. Al día siguiente, domingo de carnaval, los globazos no fueron impedimento para que la pasaran juntos de nuevo. Y durante la semana él hizo su chamba sin distraerse en nada para poder estar con ella apenas fuera la hora de salida. Ese fin de semana volvieron a Cerro Azul, pero solos, y no volvieron a Lima si no hasta el domingo por la noche. La señora del hospedaje al verlos partir pensó que ya no se veían chicos así, tan amorosos. En verdad hacían una linda pareja, se dijo. No se sabe si sus amigos del chat pensarían lo mismo. Lo echaron de menos un tiempo, luego lo olvidaron. Y a su blog también.
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febrero 11, 2005

Cosas de la chamba

Pedro me envió el mensaje apenas se dió cuenta. "El objetivo ha salido, ¿Estas listo?", "Sí, espera un minuto". Le pregunté a Manuel si él tenía listo su script, "Afirma", "Pásalo al toque para instalarlo" le repliqué. Ningún posible testigo a la vista, desde la red cargué el script y demás, reinicié y regresé a mi sitio. Felizmente no había abierto ningún programa aún. Los muchachos se cagaban de risa. Yo también.

El jefe me llamó. Empezamos a discutir las posibilidades que nos quedaban de concluir en la fecha programada uno de los proyectos más importantes que nos habían encargado y en el cual ibamos algo retrasados. "Tu sabes cual es el problema" le dije, "sácame a Lorena del grupo y ponla en otro proyecto o lo que sea, pero ya, ahorita ella no esta haciendo nada y distrae al resto". Era cierto, ella era incapaz de ponerse a trabajar sin tener a algún programador a su lado diciéndole cómo tenía que hacerlo, o peor aún, haciéndoselo. Y el jefe lo sabía, pero se hacía el huevón. TAmpoco es fácil chotear a una MQ, y éso yo lo entendía, lo que no iba a permitir era que me chantaran la responsabilidad de los problemas que ocasionaba. Por éso, entre otras cosas, inventé la operación Monster.

"Puta madre, no me jodas, sabes que esa decisión no es mía. El hombre la envió y tenemos que atracar nomás. ¿Falta mucho?", "Todos los programas están hechos, falta una prueba general, depurar los errores que salten, compatibilizar todo a nivel usuario, ingresar datos reales a las tablas, hacer la demo al cliente y luego corregir todo lo que pidan", "Ya, dime que necesitas", "Si no vas a cambiar a Lorena a otro proyecto la pondré a documentar o algo, tu asígname a otro programador y yo me las arreglo", "¿Walter te parece bien?", puta madre, el chivo de la empresa, excelente programador, perfecto para tratar con los clientes y mecerlos con éxito cuando fuera necesario, por otro lado problemas personales y temperamental si se le subía el indio, como quien dice. "Con tal que no me la quiera agarrar no hay problema", "Hecho entonces, ahora dime, ¿Has ido a ver a Rafa?". Rafa, el ingeniero a cargo originalmente del proyecto, creador del sistema, un genio. Se sacó la mierda en la Panamericana cuando la mitad del sistema estaba aún en su cabeza. Se rompió como 20 huesos, pero podía hablar. Yo, como su mano derecha quedé a cargo, pero cada tanto tenía que ir a verlo para preguntarle cual era su idea sobre tal o cual módulo, que cómo había pensado resolver tal problema. Iba a decir que me comentó que quería que le lleve más grass cuando tocaron la puerta.

"Pase", "Señor, disculpe que le interrumpa, pero me gustaría que viera algo en mi máquina, sólo un momentito", "Claro Lorenita, vamos a ver". Todos eran unos huevones cuando tenían que tratar con ella. La respuesta normal a una pregunta como ésa hubiera incluído por lo menos una puteada, si es que alguien se hubiera atrevido a hacerla claro. Me paré después del jefe y fuí detrás de él. En programación todo el mundo estaba en su sitio concentradazo en lo suyo, pero yo sabía a quien mirar. Pedro estaba rojo como un camarón y Manuel tenía los cachetes hinchados por la risa que estaba tratando de disimular. "Mire lo que sale en mi máquina, creí que era un virus o algo, pero viendolo bien me dí cuenta que no. Disculpe que se lo diga, pero creo que merezco un poco de respeto". Ví que el jefe se contenía a duras penas la risa, "Pedro, Manuel, los demás, ¿Que saben de esto?". Los aludidos directamente se voltearon a mirarlo, "Nada señor, Lorena nos dijo que no podía entrar a su máquina, miramos y efectivamente está bloqueada, y bueno, sólo aparece éso. Le dijimos que podríamos arreglarla en un toque, pero no quiso". El resto de la gente seguía trabajando, con ellos no era. "Vayan a mi oficina y espérenme ahí", los muchachos se pararon y se fueron.

"Lorenita, no sé quien habrá hecho esto, pero creo que es una broma, nada en serio. No lo tomes a mal, a veces los muchachos se extralimitan pero son buena gente, ¿O no te parece?", "Pues sí, siempre me han ayudado en todo", ella bajó un poco la cabeza, entrecerró los ojos y se tiró para atrás su larga cabellera; era una artista, luego de ese gesto cualquiera se derretía. "Incluso aquí el señor que siempre está tan serio me aconseja de vez en cuando". La mirada que me dirigió era matadora, pero ambos sabíamos que era más falsa que un billete de 30 soles. Lo que dijo no supe si tomarlo como un cumplido o como una queja velada, decidí no hacerle caso. "Ya ves Lorenita, no hay problemas, olvídalo y yo te aseguro que no vá a volver a pasar, ¿Ok?", "Ok". Patético, realmente. ¿Besito también? ajjj. "Tú ven a mi oficina" me dijo el jefe al pasar, "Que Lorena use tu máquina por mientras". Le dí las instrucciones necesarias a Lorena y entré a la oficina.

Los muchachos tenían aspecto de estar relajados, el jefe también. Me senté. El jefe nos miró. "Así que ustedes son unos pendejos", y se cagó de la risa. Pura finta. Al final nos dijo que si eso se repetía, muy a su pesar tendría que tomar medidas, por mí que me mida la verga, pero caballero, primero es la chamba. Y el mensaje ya había sido entregado.

Las que siguieron fueron unas semanas estresantes, todos chambeabamos como locos. A Lorena la puse a documentar y se portó mejor ahí que en programación, igual hubo que empujarla al final, porque si no, no hubiera terminado a tiempo. Claro, ella no se quedaba a chambear fuera de hora ni cosas de ese tipo. Pero por lo menos ya no molestaba al resto para hacer lo suyo. Walter se encargó de hacer los programas de interface con otros sistemas y lo hizo rápido y bien. El resto de la gente hizo lo suyo como siempre. Entregamos la chamba en la fecha y el jefe nos felicitó a todos. Los usuarios felices. Pedro quedó a cargo de cualquier problema que se suscitara en la post implementación. Ése viernes la gente organizó una chupa y el jefe prestó su casa. Cuando llegué ya estaban en algo. Me lanzaron vivas. Hice un gesto con la mano y esperé a que se hiciera silencio. "Vengo de la clínica" les dije. El silencio se hizo aún mayor. "Rafael les manda saludos, dice que no sean mierdas y le lleven un poco de trago". Las sonrisas afloraron nuevamente y todos brindaron a su salud.

Al rato Pedro y Manuel se me acercaron aprovechando que me vieron solo. "¿Sabes la última?", "No", "Lorena ha pedido su cambio a Personal", "¿Si?", "El jefe ya lo firmó", "Que bien" dije. Quizás no les estaba haciendo mucho caso, yo pensaba en qué era lo que le había dicho a la Gio para que de pronto, de lo bien que estábamos conversando se largara luego de darme un breve sermón y dejándome con la palabra en la boca. "Sí, salud jefe, la operación Monster fué un éxito", "Salud, pero no soy su jefe, huevones", y les iba a decir que quizás todo hubiera salido igual sin la chiquillada que se me ocurrió hacer cuando se apareció de nuevo la Gio y nos dijo: "Hay problemas por el lado del baño, vayan a ver". Fuimos. Cuando ví de que se trataba quize reirme pero me contuve. El cabezón, uno de los usuarios, tenía a Walter contra la pared. Walter es un tipo de contextura normal, pero Cabezón es lo que se dice un pata trejón. De chibolo dice que ha chambeado en la chacra de sus viejos y pareciera que no hubiera dejado de tirar lampa. Nadie le gana haciendo fuerzas. El asunto es que tenía los brazos apoyados en la pared y Walter estaba al medio, totalmente indefenso. Cabezón estaba visiblemente zampado y le decía algo a Walter que preferí no tratar de entender. Creo que no se dió cuenta de nuestra llegada y Walter puso una cara de trágame tierra. Metimos chongo. "Cabezón, hermano, salud". El puta intentó no hacernos caso, pero cuando nos miró y vió que eramos tres no le quedó otra que apartearse de Walter y brindar con nosotros. Walter se escurrió disimuladamente y se desapareció el resto de la noche. Cabezón se tomó seco y volteado el chopp que le dimos, y había estado lleno. "Ustedes son unos pendejos" nos dijo riéndose y abrazándonos. "Ya me lo iba a culear al cabro", "Ya no jodas mitrón, ven a chupar con hombres ¿O ya no puedes?", "Claro que puedo compadrito, claro que puedo". Y pudo.

Me largué a eso de las 3am y ya los había tumbado a Pedro y Manuel. Sólo quedaban el jefe, el jefe del cabezón y el cabezón. Pero ése no era mi negocio ya. Todo el camino de regreso pensaba en dos cosas. La forma cómo se había resuelto el asunto de Lorena, que era la mejor solución posible en mi opinión, pero no en la de todos, porqué recordé que Gio me echaba la culpa de la salida de Lorena y me jodía eso. Me jodía porque la Gio era mi pata y echar a perder una amistad por lo sucedido no valía la pena. Pero quizás sólo era que la Gio también estaba con sus tragos y quizás el lunes ya pensaría otra cosa o ni se acordaría de lo que me dijo. Y en la otra cosa que pensaba era en la cara de Walter cuando nos acercamos a salvarlo del cabezón. Yo iba primero y le ví antes que nadie, antes del roche. Su cara no era de fastidio, me atrevería a decir que coqueteaba. Creo que le cagamos la noche. A mi me la cagó Lorena igual, y sin quererlo.

:: posted by yo23, 12:48 p. m. | link | (2) comments |