Yo, 23

febrero 11, 2005

Cosas de la chamba

Pedro me envió el mensaje apenas se dió cuenta. "El objetivo ha salido, ¿Estas listo?", "Sí, espera un minuto". Le pregunté a Manuel si él tenía listo su script, "Afirma", "Pásalo al toque para instalarlo" le repliqué. Ningún posible testigo a la vista, desde la red cargué el script y demás, reinicié y regresé a mi sitio. Felizmente no había abierto ningún programa aún. Los muchachos se cagaban de risa. Yo también.

El jefe me llamó. Empezamos a discutir las posibilidades que nos quedaban de concluir en la fecha programada uno de los proyectos más importantes que nos habían encargado y en el cual ibamos algo retrasados. "Tu sabes cual es el problema" le dije, "sácame a Lorena del grupo y ponla en otro proyecto o lo que sea, pero ya, ahorita ella no esta haciendo nada y distrae al resto". Era cierto, ella era incapaz de ponerse a trabajar sin tener a algún programador a su lado diciéndole cómo tenía que hacerlo, o peor aún, haciéndoselo. Y el jefe lo sabía, pero se hacía el huevón. TAmpoco es fácil chotear a una MQ, y éso yo lo entendía, lo que no iba a permitir era que me chantaran la responsabilidad de los problemas que ocasionaba. Por éso, entre otras cosas, inventé la operación Monster.

"Puta madre, no me jodas, sabes que esa decisión no es mía. El hombre la envió y tenemos que atracar nomás. ¿Falta mucho?", "Todos los programas están hechos, falta una prueba general, depurar los errores que salten, compatibilizar todo a nivel usuario, ingresar datos reales a las tablas, hacer la demo al cliente y luego corregir todo lo que pidan", "Ya, dime que necesitas", "Si no vas a cambiar a Lorena a otro proyecto la pondré a documentar o algo, tu asígname a otro programador y yo me las arreglo", "¿Walter te parece bien?", puta madre, el chivo de la empresa, excelente programador, perfecto para tratar con los clientes y mecerlos con éxito cuando fuera necesario, por otro lado problemas personales y temperamental si se le subía el indio, como quien dice. "Con tal que no me la quiera agarrar no hay problema", "Hecho entonces, ahora dime, ¿Has ido a ver a Rafa?". Rafa, el ingeniero a cargo originalmente del proyecto, creador del sistema, un genio. Se sacó la mierda en la Panamericana cuando la mitad del sistema estaba aún en su cabeza. Se rompió como 20 huesos, pero podía hablar. Yo, como su mano derecha quedé a cargo, pero cada tanto tenía que ir a verlo para preguntarle cual era su idea sobre tal o cual módulo, que cómo había pensado resolver tal problema. Iba a decir que me comentó que quería que le lleve más grass cuando tocaron la puerta.

"Pase", "Señor, disculpe que le interrumpa, pero me gustaría que viera algo en mi máquina, sólo un momentito", "Claro Lorenita, vamos a ver". Todos eran unos huevones cuando tenían que tratar con ella. La respuesta normal a una pregunta como ésa hubiera incluído por lo menos una puteada, si es que alguien se hubiera atrevido a hacerla claro. Me paré después del jefe y fuí detrás de él. En programación todo el mundo estaba en su sitio concentradazo en lo suyo, pero yo sabía a quien mirar. Pedro estaba rojo como un camarón y Manuel tenía los cachetes hinchados por la risa que estaba tratando de disimular. "Mire lo que sale en mi máquina, creí que era un virus o algo, pero viendolo bien me dí cuenta que no. Disculpe que se lo diga, pero creo que merezco un poco de respeto". Ví que el jefe se contenía a duras penas la risa, "Pedro, Manuel, los demás, ¿Que saben de esto?". Los aludidos directamente se voltearon a mirarlo, "Nada señor, Lorena nos dijo que no podía entrar a su máquina, miramos y efectivamente está bloqueada, y bueno, sólo aparece éso. Le dijimos que podríamos arreglarla en un toque, pero no quiso". El resto de la gente seguía trabajando, con ellos no era. "Vayan a mi oficina y espérenme ahí", los muchachos se pararon y se fueron.

"Lorenita, no sé quien habrá hecho esto, pero creo que es una broma, nada en serio. No lo tomes a mal, a veces los muchachos se extralimitan pero son buena gente, ¿O no te parece?", "Pues sí, siempre me han ayudado en todo", ella bajó un poco la cabeza, entrecerró los ojos y se tiró para atrás su larga cabellera; era una artista, luego de ese gesto cualquiera se derretía. "Incluso aquí el señor que siempre está tan serio me aconseja de vez en cuando". La mirada que me dirigió era matadora, pero ambos sabíamos que era más falsa que un billete de 30 soles. Lo que dijo no supe si tomarlo como un cumplido o como una queja velada, decidí no hacerle caso. "Ya ves Lorenita, no hay problemas, olvídalo y yo te aseguro que no vá a volver a pasar, ¿Ok?", "Ok". Patético, realmente. ¿Besito también? ajjj. "Tú ven a mi oficina" me dijo el jefe al pasar, "Que Lorena use tu máquina por mientras". Le dí las instrucciones necesarias a Lorena y entré a la oficina.

Los muchachos tenían aspecto de estar relajados, el jefe también. Me senté. El jefe nos miró. "Así que ustedes son unos pendejos", y se cagó de la risa. Pura finta. Al final nos dijo que si eso se repetía, muy a su pesar tendría que tomar medidas, por mí que me mida la verga, pero caballero, primero es la chamba. Y el mensaje ya había sido entregado.

Las que siguieron fueron unas semanas estresantes, todos chambeabamos como locos. A Lorena la puse a documentar y se portó mejor ahí que en programación, igual hubo que empujarla al final, porque si no, no hubiera terminado a tiempo. Claro, ella no se quedaba a chambear fuera de hora ni cosas de ese tipo. Pero por lo menos ya no molestaba al resto para hacer lo suyo. Walter se encargó de hacer los programas de interface con otros sistemas y lo hizo rápido y bien. El resto de la gente hizo lo suyo como siempre. Entregamos la chamba en la fecha y el jefe nos felicitó a todos. Los usuarios felices. Pedro quedó a cargo de cualquier problema que se suscitara en la post implementación. Ése viernes la gente organizó una chupa y el jefe prestó su casa. Cuando llegué ya estaban en algo. Me lanzaron vivas. Hice un gesto con la mano y esperé a que se hiciera silencio. "Vengo de la clínica" les dije. El silencio se hizo aún mayor. "Rafael les manda saludos, dice que no sean mierdas y le lleven un poco de trago". Las sonrisas afloraron nuevamente y todos brindaron a su salud.

Al rato Pedro y Manuel se me acercaron aprovechando que me vieron solo. "¿Sabes la última?", "No", "Lorena ha pedido su cambio a Personal", "¿Si?", "El jefe ya lo firmó", "Que bien" dije. Quizás no les estaba haciendo mucho caso, yo pensaba en qué era lo que le había dicho a la Gio para que de pronto, de lo bien que estábamos conversando se largara luego de darme un breve sermón y dejándome con la palabra en la boca. "Sí, salud jefe, la operación Monster fué un éxito", "Salud, pero no soy su jefe, huevones", y les iba a decir que quizás todo hubiera salido igual sin la chiquillada que se me ocurrió hacer cuando se apareció de nuevo la Gio y nos dijo: "Hay problemas por el lado del baño, vayan a ver". Fuimos. Cuando ví de que se trataba quize reirme pero me contuve. El cabezón, uno de los usuarios, tenía a Walter contra la pared. Walter es un tipo de contextura normal, pero Cabezón es lo que se dice un pata trejón. De chibolo dice que ha chambeado en la chacra de sus viejos y pareciera que no hubiera dejado de tirar lampa. Nadie le gana haciendo fuerzas. El asunto es que tenía los brazos apoyados en la pared y Walter estaba al medio, totalmente indefenso. Cabezón estaba visiblemente zampado y le decía algo a Walter que preferí no tratar de entender. Creo que no se dió cuenta de nuestra llegada y Walter puso una cara de trágame tierra. Metimos chongo. "Cabezón, hermano, salud". El puta intentó no hacernos caso, pero cuando nos miró y vió que eramos tres no le quedó otra que apartearse de Walter y brindar con nosotros. Walter se escurrió disimuladamente y se desapareció el resto de la noche. Cabezón se tomó seco y volteado el chopp que le dimos, y había estado lleno. "Ustedes son unos pendejos" nos dijo riéndose y abrazándonos. "Ya me lo iba a culear al cabro", "Ya no jodas mitrón, ven a chupar con hombres ¿O ya no puedes?", "Claro que puedo compadrito, claro que puedo". Y pudo.

Me largué a eso de las 3am y ya los había tumbado a Pedro y Manuel. Sólo quedaban el jefe, el jefe del cabezón y el cabezón. Pero ése no era mi negocio ya. Todo el camino de regreso pensaba en dos cosas. La forma cómo se había resuelto el asunto de Lorena, que era la mejor solución posible en mi opinión, pero no en la de todos, porqué recordé que Gio me echaba la culpa de la salida de Lorena y me jodía eso. Me jodía porque la Gio era mi pata y echar a perder una amistad por lo sucedido no valía la pena. Pero quizás sólo era que la Gio también estaba con sus tragos y quizás el lunes ya pensaría otra cosa o ni se acordaría de lo que me dijo. Y en la otra cosa que pensaba era en la cara de Walter cuando nos acercamos a salvarlo del cabezón. Yo iba primero y le ví antes que nadie, antes del roche. Su cara no era de fastidio, me atrevería a decir que coqueteaba. Creo que le cagamos la noche. A mi me la cagó Lorena igual, y sin quererlo.

:: posted by yo23, 12:48 p. m.

2 Comments:

Muy equivocada chiquita, nadie dijo que ella fuera una de esas. Me puede caer muy mal, pero no tengo por que decir cosas que no son, y en ese aspecto no tengo ningún motivo para decir algo así. Que use su coqueteria femenina en exceso es otra cosa. Y la he visto poner el pare a alguno de los jefes, asi que tampoco tampoco. Te aconsejo leas con mayor atención y detenimiento.
Blogger yo23, at 10:05 p. m.  
Pregunta del millón, que le hicieron a la PC de la flaca????
Blogger geek, at 1:03 a. m.  

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