Yo, 23

noviembre 04, 2005

Dos veces setiembre

¿Crees realmente que eso que has escrito es una historia? Eso no te lo cree ni tu profesora de primer grado, imbécil. Que puedas usar el teclado no significa que sepas escribir, y que sepas escribir tampoco hará que tengas una buena historia. Yo te puedo contar un par de cosas con las que quizás puedas armar una historia, pero no se si serás lo suficientemente hábil y si podrás darme lo que quiero por ellas. No, Daniel, no te arrodilles, que me han dicho que tienes un diente cariado que raspa, y no es para tanto tampoco. Además acabo de tirarme a la Beatríz y me gusta quedarme con el olor de su conchita en mis partes. No sé que quiere esa chibola francamente, tu deberías estar tirándotela pero ya sabemos que por ahí no se te da. ¿Será que de verdad le gustan los viejos a esa chica? Con el culo que se maneja podría tener los giles que quisiera, pero bueno, es su problema. Anda, tráeme dos cervezas y te contaré algo, pero rápido antes que venga tu tía y me arme un chongo por estar tomando tan temprano.

Sí, así mismo, heladitas. Verás, esto sale con dos condiciones, la primera es que me prometas que lo que te cuente lo publicarás en algún sitio, no me importa si en una revista, en un libro o en tu famoso internet. Lo que quiero es que la historia no se pierda, yo ya estoy viejo para ponerme a escribirla, y tampoco me interesa ver mi nombre regado por ahí. La segunda condición es que no me interrumpas, sólo escucha y graba ¿Ok? Ok. En realidad, tampoco es que sea una historia de campeonato, pero estoy seguro que es mejor que la huevada esa que me has hecho leer, y ni intentes molestarte, pero es que esa cojudez que has escrito no tiene ni pies ni cabeza.

Esto sucedió hace muchos años, yo era menor de lo que tu eres ahora, pero más pendejo claro, tenía una vida, no como tu que tienes sólo granos en la cara y el culo roto. Acababa de terminar Cuarto de secundaria y el verano recién empezaba. Tu tío Eduardo y yo pasábamos los días escuchando música y armándonos unos buenos huiros de marihuana, pero a veces nos vendían grass de mala calidad y con eso no íbamos ni al segundo piso. Sin embargo como algo había que hacer, igual nos los fumábamos. Los días pasaban y todo seguía como siempre. A veces nos juntábamos como diez puntas en el cuarto de tu tío que quedaba al fondo de la casa de tu abuela, junto al patio y cerca a la escalera que daba a la azotea, así que la bulla de la música y el olor de la grifa pasaban piola.

Un día alguien trajo un paco de una yerba de apariencia como cualquier otra pero que resultó buenaza. Nos dijo que era trujillana. Yo recuerdo que "A day in the life" se oyó como nunca, pude distinguir sonidos que jamás había oído, ni estando fumado. O quizás sólo fué que no le había prestado atención. Es que nunca me gustaron mucho los Beatles. Lamenté no haber llevado mi lp de Beggar's Banquet para oirlo ese día.

La primera quincena de Enero ya finalizaba y con ella nuestras propinas navideñas. Una tarde luego del almuerzo, Eduardo se apareció con un costalillo y me dijo que le acompañara a no se donde. El no se donde fue una excursión al barrio cruzando la avenida, y en una calle desolada el Edu comenzó a levantarse las tapas de los buzones y a guardarlos en el costalillo. Cuando tuvo tres me pasó el paquete, sacó otro costalillo y siguió en lo mismo. Pero al sacar la tercera tapa de buzón una vieja nos gritó desde un segundo piso y tuvimos que sacar cuerpo a la carrera. En la esquina volteamos y seguimos corriendo rumbo al parque, cuando llegamos volteamos nuevamente y vimos al Ronald en la puerta de su casa, le pedimos el baño prestado y entramos al toque. El zambo no nos preguntó nada, así que la hicimos larga y nos quedamos hueveando en su casa hasta que oscureció y recién entonces salimos rumbo a la casa de tu tío.

Este compadre tenía más tapas de buzón guardadas debajo de su cama. Con las que traíamos sumaban quince en total. Yo no pregunté para que eran, pero me lo imaginé. Mas tarde entre troncho y troncho Edu me dijo que con veinticuatro que reuniera, un pata le iba a dar buen billete. Yo asentí mientras aspiraba hasta quemarme los dedos. La voz de Janis me excitó sobre manera y con el pretexto de ir al baño pasé por el cuarto de la empleada. La puerta estaba entreabierta y la empujé ligeramente. Ella estaba peinándose su larga cabellera y me sonrió como siempre. Entré, cerré la puerta y apagué la luz. La cojuda no se dejaba penetrar pero que rico era ponerle la pieza ahí y dejar que se moviera a su gusto. Me vine y toda la vaina se quedó en su calzón, el cual ella se saco rápidamente. Ciertamente tenía experiencia y sabía que era lo que tenía que hacer. Me dio un beso, cosa que aproveché para agarrarla un rato. Nunca supe si lo hacía con otros, pero tampoco me importaba mucho. Años después la encontré un día en la calle, ya era una señora con marido e hijos, a los cuales me presentó como el hijo de su madrina Victoria. No sé como me reconoció la verdad. Yo sólo la recordé cuando le oí hablar. Conservaba esa voz agradable y el dejo charapa que tanto me gustó desde que la conocí.

El sábado en la tarde el Edu me llamó y me dijo que ya había vendido las tapas, al final no le habían dado lo que esperaba, pero algo era algo. Yo estaba alistándome para salir con Viviana, así que no le estaba haciendo mucho caso. El pendejo de tu tío se dio cuenta y me preguntó que hacía, se lo dije, comentó que me estaba gastando la plata en huevadas. Yo, que como dije, andaba apurado le contesté que no era su problema. Así que supongo que se asó pues se despidió y colgó sin darme tiempo a decir nada.

Oye cabro, te juro que de tiempo me he acordado de la Viviana, fue mi hembrita creo que dos años o más y la verdad nunca pienso en ella. Cuando la conocí era sólo una chibola más, cuando terminamos se le había pegado mi afición por los libros y la música. Supe que luego se fue a Europa, pues mi pata Pedrito andaba tras ella como huevón, se había vuelto media hippylona y no se que mierda más. Yo siempre pensé que decía que le gustaba lo que yo le enseñaba por compromiso, por quedar bien. Pero resulta que se lo tomó en serio, creo que le jodí la vida. Lo último que supe de ella fue que tenía un hijo y andaba cachueleando por ahí. Todo por seguir fiel a unos ideales que ni sus creadores siguen ahora. Siempre pensaré que la gente que no sabe cambiar a tiempo se jode, y que la gente que sigue a otros son unos huevones.

El domingo la mierda de tu tío fue a joder temprano, mamá le invitó desayuno y el muy conchudo, que seguro ya había desayunado en su casa pues la abuela no lo dejaría salir sin antes servirle algo, volvió a desayunar. Luego de eso pusimos unos discos en el equipo de la sala. Cuando se fueron los demás me preguntó cuanta plata tenía, nada, le dije. Pero sabía que no lo engañaba. Hizo caso omiso de mi respuesta y me contó su plan: irse de viaje a Trujillo a comprar yerba, con lo que había juntado podría comprar algo, pero no mucho, necesitaba otra punta ¿Quería yo ir?

La idea me sedujo, pero ¿Me darían permiso? Una cosa era tener llave de la casa y regresar a la hora que quisiera y otra irse de viaje sin ninguna persona mayor que estuviera a cargo. Edu tenía la respuesta: iríamos a casa de su tía Chabela, la vieja le conocía, eran primas lejanas incluso creo, así que quizás fuera realmente la salida. El ya le había llamado la noche anterior y le había preguntado si podía pasar unos días en su casa con un primo, le dijeron que claro, como era de esperarse. En la noche hablé con tu abuela, se puso verde al principio, pero poco a poco atracó. Así que el lunes estaba comprando los pasajes y al día siguiente viajamos.

Lo malo del viaje fue que a medio camino se malogró algo del omnibus y nos pasamos ocho horas tirados en la carretera, en medio de la nada y bajo un sol agobiante. El resultado fue que llegamos a Trujillo a las dos de la mañana. Edu se rayó y no quiso ir donde su tía a esa hora. Caminamos por la ciudad hasta que llegamos a un parque y el huevonazo dijo que pasaríamos la noche ahí. Yo estaba demasiado cansado como para objetar nada. Me fui a una banca y me eché con mi mochila como almohada. Debo haberme quedado dormido al toque, pero luego sentí bulla. Cuando abrí los ojos Edu estaba sentado a mi lado y había dos huevones más con los que estaba conversando. Eran mayores que nosotros y decían ser de Lima también, al menos por su hablar lo parecían. Pero también parecían ser más pendejos que nosotros. Me senté y entré a la charla, algo de marihuana y viajes. Uno de los patas sacó algo de su bolsillo. Cuando hizo esto me asusté, pensé que iba a sacar un cuchillo o algo así, pero sacó un paco de yerba y se puso a armar un burro, lo prendió, dio dos pitadas y se lo pasó a Edu, quien hizo lo mismo y me lo tocó. Yo aspiré con cuidado para evitar toser y dar la impresión de ser un inexperto. Mi garganta sin amígdalas siempre me traicionaba. Luego de dos pitadas cortas y una última larga se lo pasé al otro pata. La marimba no estaba muy buena pero no dije nada. hora conversábamos de Lima, ellos decían ser de Santa Catalina, casi La Victoria. Para mi que eran de la rica Vicky más que de otro lado por como hablaban. La charla seguía y no se iban. Edu dijo entonces que ya nos íbamos porque teníamos que seguir caminando hasta no se donde y no teníamos plata para el carro. No sé si nos creyeron, pero se despidieron y nosotros arrancamos con nuestras chivas. Edu no habló todo el camino, sinónimo de que seguía asado, pero como yo tenía sueño me daba igual. Finalmente llegamos a una plaza grande que supuse sería la Plaza de Armas. Nos sentamos en las gradas del monumento central e intentamos dormir un rato. No pude. Todo estaba lleno de cucarachas. Aparecían y desaparecían por entre las grietas de las escaleras y la base del monumento. Intentaban subírseme por todos lados y una que otra lo conseguía, por lo que tenía que estar atento para sacudírmelas. Ya eran más de las cuatro y francamente hacía frío. La neblina empezaba a llegar y yo a tiritar. Me cambié de sitio varias veces hasta que encontré un sitio aparente, o sería que las cucarachas también tenían frío y se guardaron, no sé. Lo cierto es que cabeceé sentado un rato hasta que empezó a amanecer, y al poco ya se empezó a ver movimiento de gente. Buscamos una panadería y compramos pan y mantequilla, comimos y luego caminamos rumbo a la casa de la tía Chabela.

Era lejos, o eso me pareció, estaba cansado y con sueño y con unas putas ganas de mandar a la mierda todo y a todos. Sin embargo cuando llegamos tuve que poner cara de sobrino bueno y responder las preguntas sobre mamá y el resto de la familia. Los primos estaban levantándose ya para ir a ayudar al negocio familiar. La tía nos sirvió un típico desayuno trujillano, es decir casi un almuerzo: frito, tamales, camote frito, harto pan y leche. Me serví conchudamente y seguimos respondiendo preguntas. Luego la tía nos hizo pasar para que nos acomodemos en un cuarto. No había camas pero sí dos colchones en el suelo. Por supuesto que le dijimos que no había problema, nos dejó y solo recuerdo haberme echado, dormimos de 7am a 1pm, cuando nos levantaron para el suculento almuerzo.

En la tarde fuimos a buscar a Edgardo, un pata que conocíamos. Él nos llevó donde otro y los cuatro fuimos donde otro más que vivía por las afueras de Trujillo, como quien se va a Huanchaco. El pata nos hizo pasar, le dijimos lo que queríamos, nos preguntó mas o menos cuanto y le dimos un valor menor a lo que teníamos. Entró y nos trajo un atado enorme de grifa. Hojas, ramas y tronco, plantas completas. Nunca había visto tanta marihuana junta. Pagamos luego de la probada de rigor y nos dio una caja vacía de leche Gloria para guardarla. Obviamente no podíamos guardarla donde la tía, así que lo dejamos en su cuarto de Edgardo.

Esto ya casi daba por terminado nuestro viaje, pero esa noche la tía nos dijo que el sábado era el cumpleaños de la prima Malena, así que estábamos invitados. Caballeros. El resto de los días los dedicamos a ir a la playa y fumar lo de la merca, no mucho, pero lo suficiente para confirmar que era de muy buena calidad. El sábado en la tarde nos compramos unos pantalones decentes como para la fiesta y unas camisas que hicieran juego, pues el cumple era un quince nada menos, y no se trataba que nos vieran como a los parientes pobres. Además ya habíamos visto a las amigas de la prima y estaban recontra potables.

Chivato, ni te imaginas la cantidad de familia que uno puede tener, todo el rato nos estaban presentando tías, tíos, primos, primas, etc. Supongo que algunos ni lo serían realmente, pero igual. Me pareció recontra raro que el Edu no estuviera en su faceta antisocial, pero así lo hubiera estado yo me habría vacilado igual, las primas y sus amigas, y las amigas de sus amigas estaban buenazas. Recuerdo haber bailado con todas las que podía y haber tratado de sacarle plan a varias. Si en esa época hubiera tenido tarjetas personales seguro habría acabado mi stock. Yo, precavido, tenía pedazos de papel y lapicero en mi bolsillo. Así repartí mi dirección y teléfono a todas las que e lo pedían. Mentiría si digo que me chapé a alguna, pero no faltaron las osadas que se despidieron con besos rozando las comisuras de mi boca.

El quince terminó con una bomba entre primos, yo casi no tomaba a esa edad, así que rápido me enchaté, pero ya en ese estado resistí bastante, sobre todo por que con el pretexto de salir a tomar aire, me prendí un huiro que me quitó la huevada. Regresando busqué a Eduardo, pero no lo hallé por ningún lado. Como la yerba me suele dar hambre, pasé por la cocina, donde la tía ni bien me vio me ofreció un plato del clásico arroz con pato. No me hice de rogar y me senté a saborearlo. al ratito apareció una tía con su hija, es decir otra prima, pero chibolita ella, tendría 11 o quizás 12, no sé que hacía despierta hasta esa hora, pero por lo visto no tenía ni pizca de sueño pues empezó a charlarme y preguntarme cosas y más cosas. Tenía cierta gracia pues no me cayó mal, suelo escapar rápido de las preguntonas. Sin embargo tampoco era para tanto, así que terminando mi plato de comida saqué cuerpo lo más educadamente posible. Afuera la gente seguía cheleando. Luego de un par de vueltas se apareció Edu con uno de los primos, parecían estar en algo pero no mucho. Se quedaron con nosotros dándole a la chela, raro en el Edu pues tampoco era de trago en esa época. Pero el viaje había cambiado nuestros comportamientos, quizás los míos no se me hacían tan evidentes, o no quise verlos en ese momento, pero con el tiempo se fueron asentando, en fin eso no es materia de esta historia.

Al rato decidí que ya tenía suficiente de todo y con el pretexto del baño entré y me acosté. Al día siguiente la resaca se compuso con un caldo de cabeza de pescado y playa a discreción. Ya entrada la noche Edu me dijo para ir donde un pata, ahí compramos más yerba, de igual calidad a la anterior, pero un poco más barata. Como habíamos llevado un maletín la pusimos ahí y fuimos a la casa de Edgardo a juntar todo en un solo paquete, casi entro todo. Lo que sobró se lo regalamos a Ed por la custodia. A la tía le dijimos que el maletín eran encargos de la familia de Edgardo. Por si acaso le pusimos candado por todo lado.

Al día siguiente compramos nuestros pasajes para esa noche y luego de las despedidas nos embarcamos. Dormimos todo el viaje y llegamos a Lima a las 7 am. Quedamos de reunirnos con Edu en su casa luego del almuerzo. A la hora que llegué Edu había vaceado toda la yerba y estaba sacando las ramas más gruesas para que quedaran sólo hojas y ramitas chicas. Cuando terminamos de hacer eso desmenuzamos lo que quedaba, que era bastante, hasta que nos cansamos. Luego de terminar empezamos a armar pacos. Eso no lo acabamos, pero hicimos cantidad suficiente como para tener para todo el resto de la semana.

O al menos eso creíamos. Entre los patas que cayeron esa tarde y noche, se fueron unos veinte pacos, al día siguiente preparamos más y salieron otros veinte más. Igual el jueves, pero el viernes llegó gente en mancha. Para evitar que el timbre sonara a cada rato, Edu optó por quedarse afuera a conversar. Ese día se acabó lo que habíamos preparado y tuve que hacer varios sobre el pucho. Los patas habían venido con sus patas y todos habían comprado. Patas que sólo conocía de vista o de otros barrios.

El sábado fue más gente aún, los patas de los patas de los patas con sus propios patas. Era casi un escándalo. Teníamos que meter los pacos dentro de los libros o discos que traía la gente para no hacer roche, pues era de día aún y algunos vecinos que estaban regando sus jardines miraban ya medio raro el inusitado movimiento. En la madrugada, a eso de las dos, cuando ya no llegaba nadie más, nuestras existencias estaban casi agotadas y Edu se planteó la necesidad de hacer un nuevo viaje. Así pues el martes viajó y regresó el jueves. Ese fin de semana rayamos de nuevo. Y el siguiente y el siguiente. Cada vez llegaba más gente. Patas que ni nos imaginábamos que se prendían, chicas que iban con sus enamorados y luego se aparecían solas o con sus propias amigas. No faltó la que un día propuso sexo por yerba, franco chivo, así que ni creas que eres original, ni siquiera en eso.

Al final de ese verano eramos famosos, por donde íbamos nos pasaban la voz, en las fiestas nos buscaba todo el mundo, las mejores jermitas se venían a nuestra mancha. El dinero no nos faltaba, la yerba tampoco. Cualquier cosa que dijéramos era ley, el resto obedecía, el que no, simplemente dejaba de ser, era marginado, alejado del grupo, y no por nosotros, si no por los que se autodenominaban los más cercanos, una manchita que nos seguía para todos lados. Ese verano fue lo más cerca que estuvimos a ser dioses. Con los años he tenido gente a mi cargo, empresas, pero nada se puede comparar a la sumisión que genera el poder que tenía esa vez. Pero todo acaba y abril nos devolvió al colegio. Ni siquiera intentamos continuar la nota. El año anterior los curas habían expulsado a dos chicos de quinto por encontrarles un par de huiros en su bolsillo. Fue un soplo. A nosotros no nos iban a cagar así. Nos quedamos con una buena provisión para nuestro consumo personal y nada más. Salimos del negocio. No teníamos que pedirle permiso a nadie. Cuando acabamos colegio ese año, el rush del ingreso a la U nos absorbió totalmente. A tu tío lo mandaron a estudiar al extranjero y no lo vi por varios años. Luego de ingresar tanteé el mercado, pero todo había cambiado. La gente estaba en pasta. Nunca me gustó eso, no es algo decente como la grifa. Pero no creo que entiendas eso, pobre huevón.

Y antes que vayas a abrir esa bocota: Cierto. Esta es una historia de verano, pero el colofón es primaveral, o algo así. Ya tu ve que haces con eso. Resulta que luego de años regreso un día de setiembre a la casa, ya estaba trabajando para ese entonces, y me encuentro con visita una de las tantas tías de Trujillo, saludo y en eso entra a la sala un hembra espectacular, ¿Ya adivinaste quien? Si tuvieras cerebro en vez de culo quizás lo harías. La chibolita que me charló en el quince de la prima en Trujillo mientras cenaba pues tarado. Los años transcurridos habían hecho maravillas con su anatomía. Tenía 16 pero me importó un comino, le caí y me atracó. Nadie se enteró en ese entonces por supuesto.

Ella se quedó un tiempito en Lima y luego regresó a Trujillo, ahí me jodí, quería irme tras ella pero era imposible. Aguanté como pude hasta que me tocaron mis primeras vacaciones. Era setiembre. Prácticamente me mudé a Trujillo. Fue un mes maravilloso, no sólo por el sexo, sentía que la amaba, y sobre todo, que ella me amaba a mí. Antes de regresarme a Lima pedí su mano a sus viejos. No te rías imbécil. Cuando uno está enamorado nada importa. Yo estaba enamorado. Nos casamos en enero, fue la época mas feliz de mi vida. En setiembre de ese mismo año ella murió dando a luz. El bebe nació muerto. Creo que también morí ese día. Luego del entierro no salí una semana del depa. Probablemente no me suicidé porque debo de tener algo de maricón, igual que tú. Mis viejos me sacaron del depa y me llevaron de vuelta a casa. Estaba flaco hasta el culo y por mis venas solo corría alcohol. Supongo que presentaron algunos papeles o certificados a la chamba, pues a los quince días pude regresar. Fue lo mejor que hice. Me dediqué a trabajar y en seis meses me ascendieron. Descubrí que me resultaba agradable ser un hijo de puta sin escrúpulos para los negocios y en general para todo.

Así que ahora escúchame bien Danielito huevón, haz de cumplir lo que me prometiste, o te las verás conmigo. Y lárgate ya que me he acordado de tantas cosas que tu sola presencia me jode, cabro de mierda, vete, vete ya.

Conche su madre, viene a joder, le ayudo y ni siquiera es capaz de mostrar algún sentimiento o agradecimiento, chivo de mierda. Menos mal que nunca nadie le dijo quienes eran sus verdaderos padres, hijo de puta.

:: posted by yo23, 1:55 p. m.

2 Comments:

q historia Bro
Blogger zeven, at 3:00 p. m.  
Muy buena loco, asi como esta hay muchas que contar, pero realmente excelente te seguiré para saber cual es la proxima...
Diseño de paginas web
Blogger Judloved, at 2:00 p. m.  

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